martes, 1 de noviembre de 2011

Largo Viaje...

Muy cómodo y echado me encontraba en mi humilde morada. De pronto me entraron unas ganas de salir increíbles, el espacio se me hizo pequeño y una sensación de claustrofobia se apodero de mí. Comencé a patear la puerta con todas mis fuerzas hasta que por fin logre escabullirme y a toda velocidad me deslice por el túnel de salida. Al llegar al final unos gases muy sonoros me acompañaron hasta que con un clavado perfecto me introduje en frías aguas.
Al abrir los ojos me encontré rodeado de una superficie curva, de paredes blancas muy brillantes y con un olor aflorado muy extraño. Sin darme cuenta un estruendo ensordecedor dio origen a un remolino que me llevo irremediablemente hasta un agujero negro. Todo daba vueltas y yo no entendía nada, me aferre con todas mis fuerzas al borde del hueco que sin piedad me atraía a sus fauces. Todo fue inútil y de mis fallidos intentos por sujetarme solo quedo una delgada e irregular linea marrón. Ese fue el último rastro que pude dejar de este lado del mundo.
A toda velocidad me traslade por el interior de un tubo nauseabundo, acompañado de otros que como yo, se veían desorientados y sin saber a donde nos llevaban. En el trayecto hice muchos amigos, unos gordos, otros un poco mas flacos e incluso conocí una especia muy extraña, que viajaba a mayor velocidad, diluida en la corriente de los rápidos. El paseo fue largo e incomodo, solo al final pudimos ver la luz. Una caída de agua que de forma irrevocable terminaba en un río muy turbio y con un trafico muy pesado. Neveras, latas, cajas y hasta un vehículo achatarrado navegaban por las afluencias.
Flote durante largos días de frío, calor y condiciones muy extremas, para mi que solo conocía la calidez de mi hogar, fue un infierno. Conmigo flotaban otros de mi especie.
En el momento mas inesperado, el caudal del río se redujo hasta quedar en cero. Todos los navegantes quedamos estancados en la sequía de un ambiente super hostil.
Pronto las moscas se hicieron presentes y se posaron sobre nuestras humanidades "como mosca por su casa". El paso del tiempo hizo de mi una escuálida y blanquecina masa irreconocible. Nada que ver con aquella pasta compacta en forma de tronco que fui en el pasado.
Ya casi en el final de mis días, sentí un pisotón de un explorador perdido, mi masa se desbordo por los lados de la suela y solo se escuchó: "coño que asco!!"...a mi solo se me ocurrió responder..."recuerda que pisar mierda trae buena suerte".
Me despido conchorizo para acelerar los troncos pero chinchorizo productor de leños memorables.